Poco peso en la gestación puede ‘contaminar’ al feto.

Asegurar un aumento adecuado de peso en el embarazo es clave para reducir la transmisión de contaminantes al feto.

No alcanzar los kilos óptimos en el embarazo puede influir en una transmisión de compuestos organohalogenados al recién nacido.

Asegurar un aumento adecuado de peso en el embarazo es clave para reducir la transmisión de contaminantes al feto, que se eleva si la gestante no gana el número de kilos recomendado. Así lo demuestra un estudio desarrollado por un equipo de investigación de la Universidad de Oviedo, dirigido por Adonina Tardón, del Departamento de Medicina y especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, y en el que se ha incluido una cohorte de 482 madres y sus recién nacidos.

El estudio tenía como objetivo analizar la exposición a ciertos contaminantes altamente resistentes durante la gestación. Entre sus conclusiones, destaca la presencia de niveles detectables de esos contaminantes en todos los recién nacidos del estudio.

Además, el trabajo ha servido para constatar que la ganancia de peso materno en el embarazo juega un papel importante en la exposición prenatal del feto a compuestos organohalogenados. Las mujeres que cumplen las directrices de ganancia de peso en la gestación reducen la acumulación de contaminantes orgánicos persistentes en los recién nacidos; aquellas madres que no aumentan el peso suficiente transmiten una mayor concentración, ha destacado Tardón.

Los compuestos organohalogenados son contaminantes altamente resistentes, tóxicos y lipofílicos. Están presentes en muchos plásticos, pesticidas, aislantes y también en el aire.

La exposición a tales contaminantes durante el desarrollo fetal puede afectar negativamente a la función de la glándula tiroides. “Aunque la mayoría de estos compuestos ha sido objeto de estudio durante años, su transferencia durante la gestación es aún un tema bastante desconocido”.

El equipo de investigación dirigido por Tardón ha evaluado la exposición prenatal a diferentes familias de organohalogenados. Obtuvieron muestras del suero de las madres en las semanas 12, 21 y 32 de gestación, de cordón umbilical y de la placenta en el parto, y se controló a los niños a los 18 meses y a los cuatro y siete años de edad.

La razón por la que se produce una mayor transmisión de compuestos organohalogenados en madres que no alcanzan un peso adecuado se asocia a que estos compuestos son lipofílicos, “y si la madre tiene un peso insuficiente el feto tira de la despensa de la madre, es decir, de la grasa”.

Además de lipofílicos, son persistentes, dado que el estudio ha servido para comprobar que las madres tienen concentración de DDE, un metabolito del DDT, insecticida prohibido en España en 1985, “lo que indica que pudieron tener contacto con él en la niñez, porque se empleaba frente a los piojos y aún hoy sigue en su organismo”. Los compuestos organohalogenados interfieren en el funcionamiento de la glándula tiroides y también en el metabolismo de la vitamina D.

El estudio ha servido también para destacar la importancia de la herencia química y de que las directrices médicas en el embarazo están fundamentadas y deben ser atendidas.

 

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